Os voy a contar lo que pasó aquel miércoles, en la catequesis. Alicia trataba de explicarles a los niños que el domingo sería un festividad muy importante “Jesucristo Rey del Universo”, los niños ese día estaban bastante distraídos, Alicia, entonces, interiormente, pidió un poco de ayuda al Espíritu Santo. Al instante, Alicia sonrió y preguntó a los niños:
-A ver niños: ¿Quién reina en vuestro corazón?
Ellos enseguida contestaron:
-JESUUUUUÚS. -Contestaron todos, no porque lo creyesen sino porque ya estaban acostumbrados que en catequesis la respuesta correcta muchas veces era Jesús.
-¿Ah, sí? -dijo Alicia- Vamos a comprobarlo ¿Qué queréis ser de mayor?
Ana contestó que ella iba a ser programadora de videojuegos. Lucas dijo que él iba a ser futbolista. Hugo que iba a ser influencer. Laura dijo que iba a ser profesora. Martina quería ser médico y Alex dijo que el iba a ser superhéroe.
-Nadie puede ser superhéroe!! -le dijo Martina.
-Bueno, calma niños. Cada uno con su sueño. A ver y ¿por qué habéis elegido esas profesiones?
Ana dijo que quería ganar mucho dinero haciendo lo que mas le gustaba. Lucas que para ser famoso y llevar al Sporting a ganar todos los premios. Hugo dijo que así todos le seguirían y serían sus amigos. Laura que para mandar sobre los niños. Martina que para curar a la gente y que todos la quisieran. Y Alex dijo que para ayudarlos a todos y que todos le aclamasen.
Entonces, dijo Alicia:
-Jesús no reina en vuestro corazón, solo reináis vosotros mismos, cada uno en el suyo, y no buscáis el reino de los cielos, solo buscáis lo de siempre: el dinero, la fama y el poder. Me parece que vamos por mal camino.
-Entonces ¿Tenemos que renunciar a nuestros sueños?¿Son malos? -dijeron entre todos.
-No, no tenéis que renunciar a vuestros sueños, solo cambiar el porqué y el para quién. Si ponéis a Jesús como rey de vuestro corazón, el para quién ya lo tenéis resuelto. Si Ana pone su pasión por la programación y la informática al servicio de otros, puede hacer cosas muy interesantes para que la gente no se sienta sola y tenga una ayuda en las dificultades. Lucas puede, a través del deporte, tratar de acercar a otros más jóvenes a Dios; y, además, jugar limpio siempre siendo testimonio en el campo de futbol de lo que lleva dentro. Hugo no debería caer en la superficialidad y tratar de acercar a otros con su testimonio a Dios. Laura, con la enseñanza, debería recordar que sus alumnos son hijos de Dios y que necesita educarlos tanto en mente como en Espíritu. Martina debería cuidar y curar a todos con amor y por amor. Alex tiene que recordar que el mayor héroe no es el que más alto vuela, sino el que mas corazones repara.
Al final les advirtió:
-Tened cuidado porque el demonio querrá que no consigáis que Jesús esté en el centro.
Os voy a ser muy sincera, creo que los niños no se enteraron de nada. A la salida, mientras las mamás hablaban no sé qué de un cumpleaños, los niños comentaban:
-¿Qué pasará dentro de 30 años? -dijo Ana.
-Pues que seremos unos viejales -dijo Hugo.
-Pero ¿conseguiremos nuestros sueños?
-Y ¿por qué no quedamos aquí dentro de 30 años? -dijo Martina.
-30 son muchos, mejor 15, -dijo Alex- quedemos dentro de 15 años aquí delante de la iglesia de San Pedro.
-Vale 15 años. ¿Pero cómo vamos a hacer para acordarnos? -dijo Laura.
-Mi mamá dice que, cuando uno quiere acordarse de algo importante, se lo pide al ángel de la guarda -dijo Lucas.
Hagamos lo dijo Alex quedamos aquí a las 7 el miércoles anterior a Jesucristo rey del universo dentro de 15 años.
El tiempo pasa muy aprisa, y, curiosamente, 15 años después todos se acordaron (estoy segura que sus ángeles de la guarda hicieron muy bien su trabajo).
Cuando se encontraron, se notaba el orgullo y el autobombo en cada uno de ellos.
Ana estaba haciendo su segundo juego “indi” y cobrando dinerillo por el primer videojuego. Lucas estaba en el Sporting, aunque todavía estaba bastante en el banquillo, confiaba en ayudar a subir a primera. Hugo tenia 50000 seguidores y las marcas de moda empezaban a pagarle dinero para que llevase puestas sus camisetas, gafas de sol, etc. Laura estaba preparando el máster de la enseñanza. Martina preparaba su examen MIR y Alex empezaba a colaborar en una ong que se supone ayudaba a miles de personas en el mundo. Si Alicia hubiera estado allí, les habría dicho que Jesús no reinaba en su corazón, sino su orgullo y egoísmo, pero como no estaba… Incluso se hicieron una foto con Hugo que la subió a sur redes y recibió mogollón de “likes”. Lo pasaron tan bien que, al despedirse, decidieron volver a quedar a los 15 años. Esta vez no le rezaron al ángel de la guarda, pero sus ángeles sí que tomaron buena nota de recordarles la cita.
Pasaron otros 15 años. Ana no estaba muy feliz porque, aunque hacía juegos para la gran compañía de videojuegos FantasticGames y creaba mundos increíbles, los jefes le obligaban a añadir técnicas que generasen adición a los juegos. Ella sabía que eso no era bueno para sus usuarios, ni les haría felices. Les haría esclavos. Por eso, estaba pensando en qué hacer cuando su ordenador se apagó. No había forma de que funcionara, así que decidió salir a pasear y sus pies, y su ángel de la guarda, la llevaron a San Pedro.
Lucas, que había hecho grandes partidos, hacia tiempo ya que estaba más en el banquillo que en el campo. Había ganado mucho dinero, pero también había gastado mucho, y no era nada feliz. Volvía del entrenamiento y, curiosamente, conduciendo su coche, no llegó a su casa sino al aparcamiento del Náutico. Ya que estaba allí, pensó en acercarse dando un paseo a San Pedro.
A Hugo le seguía mucha gente, pero se daba cuenta que no tenía un solo amigo de verdad y aquello no le llenaba. Ya no sabía a dónde viajar o qué parte mostrar de su falsa vida. Como no tenía ideas, pensó en ir por el muro para despejar la cabeza, a ver si se le ocurría algo.
Laura corregía exámenes un poco triste porque sus alumnos pasaban bastante de ella y, excepto unos pocos que la escuchaban y aprendían, el resto nada de nada, y eso la hacía sentirse frustrada. Sonó el teléfono, pero, cuando descolgaba, no era nadie. Volvió a sonar y preguntaron algo de San Pedro, ella les dijo que se equivocaban, pero recordó que hacía 15 años habían quedado así que decidió ir para allá.
Martina se dedicaba a la cirugía estética y, curiosamente, sus clientes cancelaron la visita de esa tarde, así que pensó en darse una vueltecita. Ella no estaba contenta pues veía que su trabajo no ayudaba a nadie de verdad. Trabajaba mucho, pero se sentía vacía por dentro. Paseando sin pensar, llego a San Pedro donde se encontró con los otros cuatro amigos. Alex aun no había llegado.
¿Se habrá olvidado?
Pues no se había olvidado y al rato lo vieron venir y se quedaron muy sorprendidos porque venia vestido de (pensáis que voy a decir de super héroe , pues no, no voy a decir eso… o quizá sí) !!!Venía vestido de sacerdote!!!
Cuando vieron a los niños salir de la catequesis, recordaron aquellos tiempos en que habían sido pequeños y sonrieron. ¡Treinta años habían pasado ya!
Alex les invito a pasar a la misma aula que habían ocupado 30 años antes, en la que Alicia les había enseñado tantas cosas.
No se sabe muy bien si fue por encontrase allí o porque necesitaban que alguien les escuchase, pero todos fueron contando sus penas.
Cuando terminaron, Alex les dijo:
-Yo, ahora, soy muy feliz, porque Jesucristo está en el centro de mi corazón pero no siempre fue así, veréis. Dedicaba horas y horas a aquella ong pensando que estaba haciendo algo bueno, me hice soberbio, mi novia y amigos me dejaron y, encima, descubrí que la mayor parte de mi trabajo servía para que vivieran muy bien los que dirigían la organización, que les daban las migajas a los que se supone que ayudaban. El día que mi novia me dejó, sin embargo, pasó algo cuándo volvía a casa, triste, amargado y frustrado: me encontré con Alicia.
-¿La catequista todavía vive?
-Pues claro que sí. Si era joven cuando nos daba catequesis, que, por cierto, sigue dando. Me hizo una pregunta: “¿Quién reina en tu corazón?” Me dio vergüenza y le conteste que yo, yo y nadie más que yo. Entonces ella me dijo, que por qué no probaba a poner a Dios en el centro. Yo le dije que sí, pero que necesitaba mucha ayuda y que, además, cada vez que trataba de poner a Dios en el centro, volvía aquel pensamiento en el que sentía que “Dios me lo estaba pidiendo todo”. “Ese sentimiento, me dijo Alicia debe ser acompañado, quizás Dios te esté pidiendo ser sacerdote . Piensa por un momento que le dices que sí.” Hice lo que siempre me había negado a hacer: cerré mis ojos y le dije a Dios que sí y, en ese momento, me sentí feliz. Así que volví a la iglesia, a los sacramentos, fui al seminario, me ordenaron sacerdote y, ahora, soy feliz. ¿Por que no probáis a hacer lo mismo?
-A… ¿ser curas?
-No, eso no. A poner a Jesús en el centro del corazón y ver qué os está pidiendo. Y a volver a la iglesia y los sacramentos. Además yo puedo ayudaros.
Ana dejo la empresa de videojuegos y, con una amiga, hizo una pequeña empresa de software para personas ancianas. Les facilitaba el uso del móvil, con una aplicación de audios, fotos y vídeos les ayudaba a acordarse de sus seres queridos. Incluso un pequeño robot para ayudarles en pequeñas tareas que a los ancianos se les hacían difíciles. Viendo como su trabajo ayudaba a su abuela y otros ancianos, fue feliz.
Lucas se dedicó a entrenar a chicos jóvenes. Los entrenaba bien, pero también les hablaba de Dios y les enseñaba a ser grandes personas. Descubrió a muchos talentos de futbol que no solo eran futbolistas sino grandes personas que ponían a Dios en el centro y daban buen ejemplo a los demás.
Hugo, en la iglesia, conoció a una chica que no le conocía de nada. Ella le ayudó bastante a acercarse a Dios. Algunos de sus seguidores lo dejaron, pero abrió un canal en vídeos en el que se hablaba de Dios y de historias de conversión. Mucha gente le escribía pidiendo ayuda o contándole cosas. Él los ponía en contacto con Alex y otros sacerdotes. Se casó con esa chica y tuvo una familia estupenda.
Laura se dio cuenta que sus alumnos eran hijos de Dios y los trato con cariño. Algunos siguieron pasando de ella, pero con otras amigas, por las tardes, ayudaban a niños con pocos recursos que sí querían estudiar, y eso le devolvió la alegría de la enseñanza.
Martina volvió a la practica de su primera especialidad: la medicina de familia. Muchas tardes ayudaba en Cáritas de la parroquia, actividad que la hizo acercarse a Dios y a sus pacientes.
Alex era un buen párroco y ayudaba también a sus amigos. Invitaron a Alicia a merendar, no una sino muchas veces, y, en una de ellas, también un miércoles antes de Cristo Rey les dijo:
-Ahora sí, ahora creo que lo habéis entendido y cuando llegue el fin de los tiempos estaremos en el lado correcto y Jesucristo Rey del Universo nos dirá: “Venid a mi benditos de mi padre: porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me distes de beber, estaba mayor y me disteis herramientas para no estar solo, no sabia y me enseñasteis. Ahora sí que podemos proclamar que Jesús reina en nuestro corazón y en el universo.