Estamos inundados y saturados de imágenes, vídeos, noticias, reportajes, que nos llueven torrencialmente desde el los móviles que llevamos en el bolsillo, o los nuevos canales de televisión que vamos adquiriendo. Esta pronta sucesión de emociones, sorpresas, escándalos, sobresaltos y bombazos, despiertan un instante nuestras emociones, pero apenas dejan rastro en nosotros. Todo es momentáneo. De ahí que se califique a la cultura y ambiente social actual de efímero, de intrascendente. Se presta poca atención a la importante, a los problemas y situaciones humanas. Afecta predominantemente a la política, en la que constantemente estamos viendo escenas de teatro tragicómico y mutuas acusaciones. Mientras tanto el mundo agrícola mal sobreviviendo, las luz por las nubes y sin puestos de trabajo para los jóvenes.
Esto que intentamos describir y que sufrimos, afecta poderosamente al hombre de hoy. Contribuye a que apenas dediquemos tiempo a cuidar la interioridad, a pensar y razonar por nuestra cuenta teniendo convicciones propias y sobre todo oyendo la voz de nuestra conciencia. Es más, hay atentados manifiestos que buscan dominar y anular nuestra conciencia, que es el pilar y la fuente de nuestra libertad. Se trata a la persona como si fuera nada más un producto evolutivo de la naturaleza, un organismo singular. Nosotros mismo nos hundimos en los dicho por Epicuro: Comamos y bebamos que mañana moriremos”
No sé si los avatares y consecuencias de la pandemia nos harán reflexionar y preguntarnos quiénes somos y qué nos espera. Para despertarnos de la tentación de superficialidad estamos viendo ahora la brutalidad con que está siendo atormentada la europea nación ucraniana y el valor y resistencia de sus habitantes, hombres y mujeres. Todo por sus convicciones y defensa de su libertad. Por ellos una oración, un golpe de corazón.
El próximo domingo, 2º d Cuaresma, Jesús nos encenderá las luces largas para ver que la vida tiene un gran valor, es un don de Dios, que no debemos malgastar. Aunque tengamos que afrontar dificultades y tribulaciones, estamos llamados a alcanzar, como él y con él, la glorificación. Sí, esa que soñamos y esperamos.