Mucho se ha hablado y debatido sobre la pérdida de valores en la
sociedad. Después de muchas alarmas, nos vamos acostumbrando al
rumor y aceptando resignadamente la situación. Los analistas describen a
la sociedad actual como marcada por la banalización donde rara vez
tenemos tiempo y ganas para detenernos en temas verdaderamente
importantes. Corremos el riesgo de perder nuestra sensibilidad ante los
problemas de los demás y hasta sufrir un desplazamiento y olvido de la
valoración y consideración ética de las situaciones y problemas. Sobre esta
realidad, el famoso sociólogo Bauman titula uno de su libros “La ceguera
moral”.
En este individualismo narcisista que respiramos, una de las instituciones
que más está sufriendo es el matrimonio. No paramos mientes en ello,
pero las estadísticas son abrumadoras. Es inconcebible que una
institución que tiene como misión la vida y el amor, las dos indispensables
para el ser humanos, atraviese una crisis tan profunda y a la que se le
preste tan poca atención y preocupación.
Según el Instituto Nacional de Estadística, más de un millón de parejas “de
hecho”, sin ningún tipo de ceremonia o convenio oficial, conviven en
España. Y va en aumento esta situación El 80% de las bodas que se
celebran son civiles y el 20 % son religiosas, cuando hace solo 10 años era
a la inversa. Y el número de divorcios anuales supera los ochenta mil.
Sorprende que la primera salida de Jesús, con su madre y sus primeros
discípulos, sea precisamente a una boda. Es la institución humana más
fundamental. El próximo domingo el evangelio es de San Juan. Las bodas
de Caná. Recuerda tu boda si la has celebrado. A instancias de la
observación tan femenina de su madre, la Virgen María, Jesús hace el
signo de vino. El amor es el misterio más desconcertante del ser humano.
Ya sabes dónde este su fuente.