Basta con sacar el brazo por la ventana para darse cuenta que corren vientos preocupantes y azarosos. Seguimos pendientes de la vacuna contra el Covid y ya se levantan temores sobre sus efectos secundarios dudando de la ciencia. La situación social se agrava y el paro provoca colas a las puertas de Caritas y ONgs. La acción política, en vez intentar solucionar los problemas, los retuerce y los complica.
Faltan líderes con visión de futuro y con autoridad moral, no con poder oscuro, que tengan inteligencia y olfato para seguir abriendo caminos de buena convivencia y de progreso. Vale también para ellos la frase del papa Francisco: líderes “con olor a oveja”. Echamos en falta aquellos políticos que con coraje y capacidad de consenso lograron la transición democrática. Ahora de la “Santa Constitución”, estamos temiendo “qué será de esta Constitución”
Pero los ciudadanos de a pie, el pueblo sencillo, tenemos que vernos más implicados. Está en juego nuestro bienestar y otros valores que nos configuran como pueblo con historia. Nos sentimos asustados y disgustados. Se palpa. Lo delatan las encuestas. Tenemos que manifestar abiertamente, sin temor, nuestras convicciones y creencias. Son más sanas, válidas y humanas que las que prometen.
El próximo domingo, tercero de Adviento, sale a animarnos el profeta Juan el Bautista. Acosado por los partidos político-religiosos de aquel momento le preguntan con altanería: “Tú, ¿quién eres?. Y les contestó sin miedo, abiertamente.