“Salvar la Semana Santa”, después de la funesta experiencia de la Navidad, fue el problema, el deseo y la reivindicación más reclamada por el mundo laboral. La pandemia, además de atentar contra la salud, nos puede hundir en la indigencia y la pobreza, nos puede obligar a estar a la cola del hospital y a la cola de Caritas.  Nunca ha vivido la humanidad una encrucijada donde fuera tan difícil conciliar la salud con el trabajo, especialmente de algunos sectores para los que no es posible el teletrabajo.

Para las Cofradías y Hermandades, “salvar la Semana Santa”, supondría poder salir a la calle con esas procesiones y manifestaciones enarbolando imágenes de escultores de manos divinas que representas escenas del drama más bello y esperanzador que los hombres podíamos imaginar y desear. El vivido y sufrido por Jesús de Nazaret, muerto y resucitado. La muerte, la verdadera fatalidad del hombre,  si puede ser vencida, no será por el hombre, será por alguien muy superior. Jesús vino a decirnos cómo y quién: el Dios que  él nos manifestó en un acto supremo de amor.

La Semana Santa, en lo que tiene de esencial, se salva siempre. Sin duda este año, como el pasado, la tenemos que ver, vivida y representada en tantas personas enfermas, o que han muerto víctimas de esta enfermedad asoladora y que se escapa a  los caculos de tantos sabios de este mundo. Y, también, en tantas familias que han perdido su trabajo y están al borde de la exclusión y la pobreza. Cristo en la cruz es el grito y el icono de esa humanidad sufriente que clama compasión y  fraternidad.

El próximo domingo es “Domingo de Ramos”. Se proclama la Pasión del Señor”. Es la mejor lectura y reflexión que podemos hacer. Allí se hace verdad que el amor es más fuerte que la muerte. Nuestro Dios es el de la vida.  No olvides que la cruz es un signo de amor, de vida y de humanidad.  Hay seudopoderes que quieren arrancarlas. Es la defensa de los crucificados, maltratados, ancianos olvidados, enfermos desolados,…y gente hundida por la pobreza y la miseria.

¡Desde la humildad de tu fe, ¡salva la Semana Santa!