Uno de los calificativos que se está dando a este nuevo año 2023 es el de
“año electoral”. Lo venimos oyendo desde hace tiempo. Nos veremos
convocados a depositar nuestro voto para elegir dirigentes responsables
de las alcaldía, comunidades autónomas, y, antes de finalizar el año, para
el gobierno general de la nación. Se buscan políticos. Estamos atravesando
una etapa de la que todos los análisis constatan que atravesamos una
degradación de la política. Abundan en ella personas poco preparadas,
con intereses bastardos, que buscan más imponer ideologías superadas
que servir al bien común. El mismo Parlamente ha perdido calidad en los
debates, se aleja de la realidad ética y social en la leyes que promulga y se
mantienen alianzas espurias que buscan mantener poderes más que
resolver los problemas de la vida real cada vez más graves y acuciantes.
Si miramos a la Iglesia, también tenemos que reconocer que pasa por un
momento bajo, a causa de los problemas y situaciones de pecado que
sufre y por la incertidumbre y dificultad de encontrar una forma y un
estilo de anuncio del Evangelio que incida en la cultura y en la mentalidad
actual. Somos muy conservadores y poco misioneros. Nos encerramos
más que salimos. Como en otras épocas históricas de crisis oscura de la
iglesia, estamos esperando esos santos que iluminados por el Espíritu
sepan señalar nuevos camino. Es posible que los haya, que los tengamos
entre nosotros y no los queramos ver y seguir.
Como siempre, porque es la Palabra Viva, no caduca y del pasado, el
evangelio de San Mateo del próximo domingo, después de las
bienaventuranzas, hoy añade que tenemos que ser “sal de la tierra” y “luz
del mundo”. Nos puede parecer pretencioso. Pero son metáforas muy
expresivas. Basta con un poco de sal para que los alimentos tengan más
sabor. Mucha la prohíben los médicos. Y basta con un poco de luz para
seguir el camino y no tropezar. Encender, ¡lo necesario!, que está muy
cara. Lo peor es lo que nos puede pasar: que la sal se vuelva sosa y que la
luz la pongamos “debajo del celemín”, del cesto. Es posible que esto es lo
que nos pasa.