La Palabra en el Tiempo 104

El calendario del año está lleno de Jornadas Internacionales o Mundiales sobre
diferentes acontecimientos, problemas, enfermedades, situaciones del planeta,
alimentos…La mayor parte de estas jornadas han sido propuestas a la ONU o
por la ONU. Así tenemos el Día de la erradicación de la pobreza, de las víctimas
del Holocausto, la jornada de la Madre Tierra, del paludismo, del ELA, el Día del
sin-tabaco, de la libertad de prensa, de las ballenas y delfines, de la asistencia
humanitaria…. Se trata de sensibilizar y llamar la atención sobre esas cuestiones
o retos y la necesidad de colaborar para su logro o remedio.
Entre ellas no veo una jornada o día Mundial del “espíritu”, con la importancia
que tiene para vida humana de tal manera que nos identifica y nos distingue.
En el espíritu, en la vida interior, en la espiritualidad en sentido amplio está la
riqueza humana y personal. En nuestro espíritu reside la autoestima, esa
valoración que debemos tener de nosotros mismo y que dicen los sicólogos que
anda un tanto baja. Ahí también está la necesidad de trato y relación con los
demás que se concreta en la fraternidad, la amistad la solidaridad. La grandeza
de la persona se mide por la bondad de su corazón, por el espíritu que le
mueve.
El próximo Domingo es la gran cristiana de Pentecostés, la efusión del Espíritu
Santo sobre los discípulos de Jesús, que tuvo el efecto extraordinario y
calificativo de transformar a aquellos amigos miedosos encerrados en su casa,
en testigos valientes y emprender la gran gesta de sembrar el evangelio por el
mundo entero, gesta que sigue viva después de dos mil años. Nada se le puede
igualar. Todo por la fuerza del Espíritu.
Deberíamos proponer a la ONU crear la Jornada del Espíritu y festejarla este día
de Pentecostés. Hasta el nombre tiene buen marketing. El Espíritu Santo que
nos envía Jesús da sentido a nuestra vida, lo ilumina, le da esperanza y nos
revela que somos hijos de Dios, no fruto del azar, lo que eleva notablemente
nuestra autoestima. Y además enardece nuestro corazón para amar a los
demás, para colaborar en un mundo más fraterno y solidario. A la vista del
mundo en que estamos y la situación anímica que padecemos, necesitamos
urgentemente celebrar la Jornada del Espíritu. Pentecostés es su día. Lo
invocamos: “Ven Espíritu santo, llena los corazones de los fieles y enciende en
ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu que renueve la faz de la tierra”.