Hoy en el “cate” hemos hablado de que Dios no se olvida de nosotros. Nos hablaron de los profetas que les recordaban al pueblo de Israel que Dios no les olvidaba y les enviaría al Mesías que quiere decir Salvador.
También hablamos de la Virgen María y de como, gracias a su sí al Señor, pudo nacer Jesús.
Entonces mi abuela nos dijo que hoy los peregrinos íbamos a vivir dos aventuras: una con el profeta Elías y la otra nada más y nada menos que con la Virgen María.
Nos fuimos al pórtico de la iglesia y ahí, en una esquinita, la abuela nos dijo.
-Estamos aquí acompañando al profeta Elías que se tiene que esconder del rey Acab. Un profeta es una persona que lleva un mensaje de Dios a los hombres. El trabajo de Elías no es fácil, porque Acab se ha casado con Jezabel, que tiene a sus dioses falsos, y ha convencido a su marido para acabar con todos los hombres de Dios… Pero no os preocupéis que conseguiremos huir y, cerca de Sarepta, una viuda nos socorrerá.
Caminamos un buen rato por el cerro y llegamos a los columpios, pero mi abuela nos dijo que era Sarepta. Y que una pobre viuda va a preparar, con la ultima harina que le queda, un pan para ella y su hijo. Entones siente dentro que debe ir a ayudar a un hombre y, ¿sabéis que hace?, va a donde está Elías. Éste le dice que el Señor le ha prometido que, si le ayuda, no le faltará nunca harina ni aceite. La viuda lo ayuda, Dios no les abandona y cumple su promesa. Elías, mucho tiempo después, tiene que volver porque hay una gran sequía en el reino de los judíos.
Elias va ha hablar con Acab y le propone algo una apuesta. Se levantarán dos altares: en uno los sacerdotes de Jezabel pondrán un animal para sacrificar; si consiguen que arda y se consuma sin prenderle fuego habrán ganado la apuesta. Si no lo consiguen, él hará su ofrenda en el otro altar y arderá y se consumirá sin prenderle fuego. Después de esto, y si se arrepienten por haber olvidado a Dios, vendrá la lluvia.
¿Sabéis que pasó?, pues que Elias ganó. Los otros, por mucho que danzaron y cantaron, no consiguieron nada y Elías sólo se lo pidió a Dios y Dios hizo el resto. Los judíos se arrepintieron y llovió.
Dios tuvo que enviar a muchos otros profetas pero eso queda para otro día.
Porque quiero llevaros a la capilla de los Remedios… Esto… a Nazaret, donde veremos algo precioso: el sí de una joven a Dios.
En cuanto llegamos, mi abuela nos dijo:
–¡Mirad! Ahí está la Virgen María, sentada y, fijaros, llega el Ángel Gabriel…
Dios te Salve María, el Señor es contigo: bendita tú entre las mujeres.
Mas ella, cuando le vio, se turbó de sus palabras, y pensaba qué saludo era ese.
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia ante Dios.
Concebirás en tu seno, y darás a luz un hijo, y le llamarás JESÚS. Será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.
Y reinará en la casa de Jacob por siempre; y su reino no tendrá fin.
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varón.
Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra; por lo cual el que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
Isabel, tu parienta, ha concebido un hijo en su vejez; y está en el sexto mes la que llamaban estéril. Porque nada es imposible para Dios.
Entonces María dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra. Y el ángel partió.
Fijaos lo que el ángel le dijo lo rezamos siempre en el Ave María.
Cuando mi abuela nos explica las cosas es casi casi como si las viéramos y, cuando el Ángel se fue, me pareció que la virgen nos sonreía.
Al ir a dormir, le conté a mi mamá que la virgen me había sonreído cuando me estaba imaginando la anunciación que nos contaba mi abuela. Mi mamá me dijo que María nos cuida siempre desde el cielo, que quizás quiso sonreírnos y que, como somos niños, aún somos capaces de ver su sonrisa.