De la ciudad de Gijón

San Pedro es su Patrón

San Pedro es patrón de Gijón desde el año 1630, fecha en que se oficializaron estos patronazgos  de santos protectores en pueblos, villas y ciudades en la Europa mayoritariamente cristiana.  Pero mucho antes ya eran venerados  y reconocidos como enseña del pueblo y titulares de las fiestas principales o patronales.  El mismo documento del papa Urbano VIII dice que. “…serán patronos de parroquias, villas y ciudades, con todos sus derechos y prerrogativas y con carácter inamovible, los que hubiesen venido siendo venerados como tales por costumbre inmemorial, o al menos centenaria…Pero, como relata Agustín Guzmán en la Historia de la Iglesia de san Pedro:  “ no hay duda de que mucho antes, desde el siglo XIII, ya se habla de San Pedro como patrono o titular de la Iglesia de Gijón y tenemos pruebas documentales desde 1507”.

En su honor se celebraron las fiestas principales durante siglos que, además de los actos religiosos, llevaban consigo adecentamiento y adorno  de la ciudad, festejos musicales, atracciones variadas de entrenamiento y diversión y nunca faltaba el procurar ayuda a los necesitados. Se conservan facturas de gastos, las de año 1666 ascendieron a 4.226 reales.  Lo que sí es verdad que repasando las diversas Historias de Gijón de variados autores, la última la publicada en fascículos  por uno periódicos locales, ya  en los inicios de la ciudad aparecen referencias a San Pedro. Cito entre ellas, la del reconocido nonagenario historiador gijonés  Luis Suárez Fernández, que afirma que Veranes fue convertida en iglesia dedicada a San Pedro y que en el Campo Valdés “una parte de la villa sirvió de asiento a una Iglesia” dedicada también al Apóstol pescador.  Tan emblemático es hoy San Pedro  que, con solo citar su nombre, se referencia un lugar de la ciudad, sin duda de los más bellos. Si pedís un taxi y simplemente le decís al conductor: “¡A San Pedro!”, no os lleva al Vaticano, ni mucho menos al cielo… Os lleva al Campo Valdés donde está la parroquia de San Pedro.

Las fiestas no tienen solamente una versión devocional, son también una expresión de alegría de vivir una fe y un sentido de la vida que lleva consigo una forma y un estilo de ser ciudadano y  un compromiso de contribuir al bienestar de la ciudad y de llevarlo a la práctica.

Cuando se habla de que la vivencia cristiana es algo que pertenece a lo personal, es verdad, cada uno es libre y agraciado de creer en Dios, seguir a Jesucristo y poner en práctica los valores humano-evangélicos,  pero no se puede obviar que repercute muy beneficiosamente en el bien social. El cristianismo crea justicia, fraternidad, trabaja por la paz, busca la verdad y como es consciente de la fragilidad humana –que lo somos- propone y ofrece perdón. Tiene como código ético los diez mandamientos para respetar y valorar a las personas y  poder vivir en sociedad.

Esta dimensión social de la fe ha configurado una cultura que ha cristalizado en derechos y obligaciones y ha hecho surgir muchas asociaciones y  obras en favor de la ciudadanía y del bien común. Sería largo enumerar aquí ese código y ese catálogo.

De muchas se ha perdido documentación por la destrucción del archivo parroquial que comenzaba a finales del S.XVI. Pero me gustaría enumerar algunas, para ser concreto, y que están a la vista de todos. Podemos empezar por el Hospital de Jove, iniciativa del Cura Sama, párroco de San Pedro, y en sus términos comenzó su andadura y de la Asociación de Caridad que él fundó.

A comienzos del s. XX, con escasez de escuelas, (no era extraño: “ganas menos que un maestro escuela, se decía) -lo cuenta muy bien Joaquín A. Bonet, cronista de la ciudad, en  “Pequeñas Historias de Gijón”-  cómo fueron llamados los periodistas –“en el año de la 1ª guerra mundial”- para anunciar que se creaban y fundaban las “Escuelas Cristinas de San Eutiquio”, en memoria del benefactor D. Eutiquio Garcia Sala. En ellas han recibido una excelente formación chicas y chiscos  de Cimavilla y del entorno. Hoy continúa. Además del Colegio de los Hnos de la Salle, con la Escuela Infantil en Castiello, pensada para acoger a los hijos de los matrimonios en que los dos tenían que trabajar.

La extensa huerta parroquial fue troceada y donada entera para viviendas sociales y calles del barrio alto.  Y la gran Casa Rectoral ha sido convertida en Residencia de ancianos, mayoritariamente de Cimadevilla.  Es la obra social de la parroquia sostenida por la generosidad de muchos.

 Más podemos añadir. En lo cultural tengo que reseñar la iglesia parroquial, acogedora y “hallaiza”,  de armónica arquitectura neoasturiana obra de los arquitectos asturianos Hnos. Somolinos, bellamente enclavada en este “sancta sanctorum” Campo Valdés que por idílico merece mejor cuidado y que ha constituido y constituye un icono identificativo de la ciudad, sin querer competir con el Elogio del Horizonte. Los dos embellecen el Cerro de Santa Catalina. Tenía razón el párroco D. Marino, cuando se negó rotundamente a cambiar la ubicación de la iglesia cuando fue bárbaramente  destruida, quemada y volada, en la contienda civil de lugar. Los pintores se solazan y los visitantes hoy disparan a mansalva sus móviles para llevarse  este recuerdo de Gijón.

 Es un lugar de culto, pero es también un santuario de arte, donde encontramos esculturas y pinturas de artistas asturianos: Rubio Camín, Antonio Suárez, Jesús Gallego, Magín Berenguer, Gerardo Zaragoza , a los que  hay que añadir a Francisco de Macías  con su Cristo de la Misericordia que, con solo mirarle,  da paz y consuelo en el sufrimiento y a Marco Rupnik, jesuita esloveno, extraordinario mosaista de fama internacional, autor del mosaico multicolor de la capilla Panis Vitae. En ella uno se siente en la antesala de la Gloria.  No es extraño entonces que sea uno de los lugares más visitados por los turistas. Con ello también se quiere contribuir al disfrute de la ciudad, al embellecimiento de la ciudad.

 Aquí, en casa de San Pedro, celebran muchos su venida a este paraíso gijonés recibiendo las aguas bautismales, (“el agua de cimavilla, la mejor y mas fresca de la villa”), celebrando otros muchos acontecimientos familiares y son despedidos con cariño, lágrimas y esperanza los finalizan su camino su son llamados a la casa del Padre. San Pedro tiene las llaves del lugar de destino.

Esta villa marinera tiene alma. Aquí en la iglesia-nave varada en esta atrevida balconada sobre la mar tiene su guarida, pero dispuesta a surcar nuevos mares. Hoy día de san Pedro, confundida con las neblinas mañaneras, que suben como incienso en honor del santo patrono, saldrá a cantar a la ciudad e insuflarle alegría y fraternidad. Porque

De la ciudad de Gijón

San Pedro  será siempre su Patrón