Se acerca la fiesta de todos los Santos y muchos de mis amigos están preparando disfraces de brujas, de muertos, de demonios y de cosas muy feas. Yo no, por que mi mamá dice que a ella no lo gustan esas cosas, y que cuando ella era pequeñita no se hacía nada de eso, sino que se iba al cementerio con la familia a rezar por los familiares difuntos.
Si os digo la verdad, antes yo estaba un poco triste por que pensaba que me iba a perder la fiesta, pero ahora No.
Resulta que mi catequista nos ha explicado muy bien porque no es bueno vestirse de cosas malas e ir por las casas haciendo chantaje a la gente.
Nos contó que esa fiesta la celebraban los que tenían miedo de la muerte y los que querían agradar al demonio. Y que Jesús al resucitar había vencido a la muerte y al mal.
Que después de la muerte nos espera Dios. Aunque a veces nuestra alma se siente un poco sucia y entonces no se atreve ir durante un tiempo con Dios y a eso se le llama Purgatorio. Y que los que estamos aquí podemos rezar por los que están en el purgatorio para que vayan pronto con Dios. Ellos no pueden rezar por ellos mismos, pero si por nosotros.
Y sabéis que. Nos dijo que en la parroquia íbamos a hacer una fiesta muy especial, una fiesta de todos los Santos.
Fue muy divertida cada uno se hizo un disfraz de santo, santa, ángel y hubo música, juegos, bailes y comimos allí todos juntos.
Yo me disfrace de Santa Teresita del niño Jesús cuando era niña. Mamá me hizo un moño muy alto y me puso un vestido largo de ella y una blusa blanca. Me contó la historia de Santa Teresita y sabéis tenemos mucho en común. Ella era inquieta como yo y le gustaba rezar por los misioneros y yo llevo haciendo esto desde que el domingo del Domund en la misa vino un misionero muy simpático.
Fran iba con una túnica marrón. Se disfrazó de San Francisco, Tomas se disfrazó de San Pedro con llaves y todo. Lucía iba de Santa Josefina Bakita y Ana de Santa Elena.
Al oír las vidas de estos Santos nuestra catequista nos dijo que todos estamos llamados a ser Santos, que un santo es el que descubre la voluntad de Dios y la cumple y que con ayuda de Dios podemos conseguirlo.