Palabras con Silencio 21

El Domingo Mundial
En España es más conocido por su acrónimo Domund con que lo bautizó un
genial y simpatiquísimo cura vasco, Ángel Sagarmínaga, en el año 1943. Esta
jornada misional de la Iglesia, cumple el bicentenario. La Obra de la Propagación
de la Fe fue iniciativa de una joven francesa, Paulina Jaricot, ligada por lazos
familiares a la Misión Extrajera de París. Tiene como finalidad ayudar a los
misioneros con la oración y la colaboración económica. La celebración del
Domund nos llevó a conocer otras culturas y razas, a ser solidarios con ellos y a
contribuir a la obra gigantesca de la evangelización que conllevó siempre una
promoción y humanización –es una de sus claves esenciales- de la vida de
muchos países y etnias.
Este año, al tradicional pregón nacional, han querido darle un tinte mediático
discutible, invitando a Tamara Falcó, que es portada de mucho papel cuche.
Agradeciendo su buena voluntad y testimonio, me ha parecido, en términos
pictóricos, muy naif; intentado buscar publicidad se cayó en la contradicción de
impedir la presencia de los medios de comunicación. Las tierras de misión han
cambiado mucho, antes eran una aventura maravillosa, hoy son lugar de
heroísmo y de posible martirio. Más de 300 millones de cristianos sufren
persecución. Nigeria se lleva la palma de asesinatos, seguida de Afganistán,
Corea del Norte, Somalia, Libia, Malí, Eritrea, Congo…. Ahí están los misioneros
que no se arredran por mucho que intimiden los Boko Haran y demás
yihadistas. Y eso “por amor a Dios y al prójimo”, algo que muchos ya no
comprenden aunque sea la clave y sentido de la vida. Muchos amores al
prójimo no existirían sin antes amor a Dios.
Hemos podido admirar y estremecernos ante el testimonio de la franciscana
colombiana, Gloria Cecilia Narváez, misionera en Malí, secuestrada y maltratada
durante casi cinco años en un lugar inhóspito del Sahara, casi sin agua y
extremas temperaturas de 60 grados, intentado obligarla a convertirse al
islam. Salió milagrosamente viva de ese calvario por la vivencia de su fe y el
cuidado de su vida interior. O la misionera comboniana madrileña Ángeles
López, cincuenta y dos años en Mozambique, misión asaltada hace dos meses
que, además de matar a una religiosa y varias chicas, se llevaron a las niñas de
su colegio para ser violadas y a los niños por convertirlos en niños-soldado.
Estos testimonios nos hacen ver que la fe auténtica da plenitud a la vida.
Javier Gómez Cuesta