Hoy me peleé con mi primo a la hora de la comida porque de postre en el frutero, aunque había naranjas, manzanas y peras, quedaba sólo un plátano y se lo cogió para él. Yo tuve que comer una pera. ¡Si el ya sabe que yo cojo siempre el plátano!
Y luego del cate, la catequista nos dijo que los primeros cristianos se querían mucho, que lo tenían todo en común y que eran muy bien vistos por la gente. Se reunían para hacer oración y para la fracción del pan. Entonces yo me distraje y empecé a pensar en lo egoísta que había sido mi primo, me distraje un poquito y claro me perdí cuando la catequista nos hablaba del Espíritu Santo. Entonces me entro mucho lió en la cabeza: Dios padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo… me sale que son tres y no un solo Dios.
Cuando salimos le pregunté a mi abuela y resultó que ninguno de los peregrinos lo entendía bien. Le dijimos que queríamos que nos lo explicara muy clarito.
Ella dijo que si queríamos ser más listos que San Agustín.
-A ver niños, San Agustín quería entenderlo todo y un día estaba a la orilla del mar pensando sobre la Trinidad, como vosotros ahora. Entonces vio un niño que había hecho un hoyo en la arena. Se dedicaba a dar paseos del mar al hoyo echando un cubo de agua de cada vez.
-¿Niño que haces?, le dijo San Agustín
-Yo voy a meter todo el agua del mar en mi hoyo.
-¿Pero no te das cuenta que el mar es muy grande y tu hoyo muy pequeñito?
Entonces el niño se le quedó mirando y le dijo: -Más fácil es que yo meta el mar, que es limitado, en mi hoyo, que tú seas capaz de meter a Dios, que es infinito, en tu cabeza que es limitada.
Y entonces San Agustín comprendió que Dios padre, Dios hijo y Dios Espíritu Santo son 3 personas distintas y un solo Dios verdadero.
Mi abuela además nos dijo que lo que teníamos que entender es que como Dios Padre Dios Hijo y Dios Espíritu Santo se quieren tanto tanto, no tienen ningún problema para ser un único Dios con 3 personas.
-A ver abuela, dijo Alicia, Dios Padre es el creador de todo, Dios hijo es el que se hizo hombre y murió y resucitó por nosotros. Y ¿el Espíritu Santo qué?
-¡Ah! el Espíritu Santo es el gran desconocido. Curiosamente es el que está con nosotros todos los días desde nuestro bautizo. Nos guía y nos ilumina.
-Vamos a rezarle todos juntos para que nos ilumine.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu y todo será creado.
Y renovarás la faz de la tierra.
Al rezarla, me di cuenta de que yo había hecho mal al enfadarme con mi primo por una tontería como un plátano y algo le debió pasar a mi primo porque, cuando luego estábamos merendando, me dio media chocolatina y, como vi que él no tenía plátano, yo le di medio plátano y nos dimos un gran abrazo.