Un cambio de tiempo
No suele encontrarse mucha información sobre un acontecimiento importante que está celebrando la iglesia alemana. El primer domingo de Adviento comenzó el “Camino sinodal” que durará dos años, donde obispos y seglares quieren plantear la situación crítica que sufre aquella comunidad católica. Pronto levantó reticencias en Roma, alertando de caer en el nacionalismo por tratar cuestiones de peso mayor que pueden afectar a toda la Iglesia y por dar no solo voz sino también voto a los seglares representantes. Desde la celebración del Sínodo de la Amazonía que planteó las problemas de esa zona en peligro de extinción y con dificultades para la evangelización por su peculiar cultura, se han sobresaltado miedos y denuncias temiendo que se ponga en peligro la sagrada tradición y la unidad de la Iglesia.
Antes que el conflicto Alemania-Roma se incendiara, el papa Francisco les escribió una Carta serena y clarificadora en la que afirma que “no vivimos solo un tiempo de cambios, sino un cambio de tiempo” que trastoca a todos y a todo en el ámbito político, social, económico y cultural y que no se soluciona tan solo con un cambio de instituciones y estructuras. Hace falto una mentalidad, un espíritu, un discernimiento. En concreto, respeto de la Iglesia dice que coincide “en lo doloroso que es constatar la creciente erosión y decaimiento de la fe con todo lo que ello conlleva no solo a nivel espiritual, sino cultural y social”
La iglesia española va a celebrar a mediados del próximo mes de febrero, no un a “camino sinodal”, sino un Congreso de laicos, que tiene como lema “Pueblo de Dios en salida” y que busca dar una paso decidido adelante en el protagonismo de los seglares. Uno de los organizadores se atreve a profetizar que “los seglares hablarán y los obispos escucharán”, ¡novedad importante! El papa reiteradamente apunta al clericalismo como una de las deficiencias en la imagen de la iglesia actual. Hace tiempo que se intenta pasar de ser solamente colaboradores a ser corresponsables en la misión y en la vida de la Iglesia como clarificó el Concilio. Por poner un ejemplo, ante algunas situaciones que merecen y requieren una palabra de la Iglesia española, no es lo mismo un pronunciamiento de obispos solos, que de los seglares o con los seglares, ese “gigante dormido” que alguien así describió. Para ello, hace falta dar mayo vitalidad y peso a las instituciones en la que participan y escuchar sus razones. A ellos también los ilumina el Espíritu. Hay una palabra muy de actualidad que explica bien la vida de la iglesia, la “sinodalidad”, caminar juntos, porque si la vida avanza, cambia, la iglesia no puede pararse. Hay una sinodalidad que opera “de abajo hacia arriba”, dice el papa, que debe cuidar la participación de los laicos, y otra que opera “de arriba hacia abajo” que ejerce el ministerio episcopal. Lo que es manifiesto en estos momentos que aquí y ahora se necesitan algunos líderes – obispos y seglares- que marquen paso, que tengan iniciativa, que sepan discernir cómo ser católico español y ejercer hoy y ahora, que tengan voz con peso, como ha sucedido en momentos anteriores que todos recordamos. La Conferencia Episcopal lo buscará en las próximas elecciones de marzo. Los seglares pueden encontrarlo en el Congreso.
Es una forma de poner en práctica el evangelio del próximo domingo en el que Jesús nos dice abiertamente, a bocajarro: “Vosotros sois la sal de la tierra…Vosotros sois la luz del mundo” ¡Qué cosas nos dice el Señor! ¿Cómo lo podremos ser?
Javier Gómez Cuesta