¡Ya recibí a Jesús! ¡Ya hice mi primera Comunión!
Voy a contároslo todo desde el principio, todo lo que pasó esta semana.
El último día de catequesis, en la capilla me puse un poquito triste: me dí cuenta que era la última vez que íbamos a estar todo mi grupo rezando juntos con mi catequista. Pero ella nos recordó que Jesús nos está esperando en cada iglesia, en cada sagrario, para que nos acerquemos un rato a hablar con Él.
En el grupo hablamos de que la primera comunión no es el final, sino el un acontecimiento muy importante en el camino al lado de Jesús, que iniciamos con nuestro Bautismo. En cada comunión recibimos a Jesús que se entrega por nosotros y alimenta nuestra alma, pero ese camino sigue a lo largo de toda nuestra vida.
Aunque la voy a ver en el ensayo y el día de la comunión, al terminar la catequesis le dí un abrazo muy fuerte a mi catequista, que nos a enseñado mucho durante estos dos años.
El jueves. en el ensayo, hicimos muchas cosas, nos sentamos en los sitios que íbamos a ocupar, vimos en que momento teníamos que salir, leímos lo que había que leer… pero lo que más me gustó fue cuando ensayamos la comunión con una forma sin consagrar, ¡sabe igual pero no es lo mismo! Nos hablaron de lo importante que es hacer un momento de oración cuando recibamos a Jesús.
Y por fin llegó el domingo. Me desperté un poco inquieta, tanto que en vez de llegar a las 11:30 a las 11 ya estábamos en la puerta de la iglesia. Mi vestido es muy bonito, es el mismo que llevo mi mamá y que mi abuela me arregló.
En seguida llegó también mi abuela y los otros “peregrinos” estábamos nerviosos, pero mi abuela nos recordó que ya habíamos estado en el banquete de Jesús cada domingo, que había que estar tranquilos, aunque hoy estábamos invitados también a participar del banquete, el importante hoy es Jesús.
Entramos en dos filas y los papás nos aplaudían. Cuando llegué a mi sitio me acordé de las palabras de mi abuela, “hoy el importante es Jesús” y me tranquilicé. Todo iba saliendo muy bien. Me gustó el momento de la renovación de las promesas del Bautismo, ahí estábamos con nuestra vela diciéndole que sí a Jesús.
En el momento de la consagración me fijé especialmente y, al decir “Jesús, tú te entregaste por nosotros“, sentí que Él estaba ya aquí.
Cantamos el padrenuestro unidos de las manos y, después del momento de la paz, llegó el momento de mi primera Comunión. Recibí a Jesús y me puse muy feliz. Después de comulgar, le pedí a Jesús que cuide de mis papás y abuelos y le pedí que los peregrinos sigamos juntos. Le pedí por mi catequista, mis compañeros, los profes del cole… Pensé que le estaba pidiendo muchas cosas, pero dentro de mi sentí que Jesús me invitaba a seguir pidiendo. “No te canses de pedir que yo no me canso de dar“. También le di las gracias por todo.
Una vez que se acabó la ceremonia, le pedí a mamá que me diese el recordatorio que tenía preparado para mi catequista. En la parte de detrás, con mi mejor letra, le había escrito: “Gracias por contarnos tantas cosas tan bonitas de Jesús. Te quiero mucho“. Se puso muy contenta cuando se lo di.
Luego nos reunimos los peregrinos y le dijimos a mi abuela que queríamos seguir siendo peregrinos, así que Fran, Tomás Alicia, Silvia y yo vamos a apuntarnos a Perseverancia. Mi abuela va a seguir acompañándonos.
Ha sido un día muy especial. Y el domingo que viene ¡volveré a recibir a Jesús!
Muchas gracias a vosotros por leerme durante estos dos años y acompañarme.
Nos vemos 🙂
Clara