En el mes de septiembre se celebran dos fiestas tradicionales en el barrio gijonés de Cimadevilla. Para que no coincidan con la festividad de Ntra. Sra. de Covadonga, la de la Virgen de los Remedios que tiene su capilla en la Plazuela de Jovellanos, el segundo domingo de este mes. Y el tercer domingo, la de la Virgen de la Soledad, que tiene su capilla en pleno barrio alto, sobre el puerto marinero, hoy deportivo.

Las circunstancias de epidemia que sufrimos han provocado  que tengamos que celebrar los cultos religiosos en el templo parroquial, al ser las capillas de espacios reducidos y ser muchas las personas que estos domingos pasan a venerarlas  y rezar. Así lo hemos hecho el domingo pasado, con la Virgen de los Remedios y así lo  haremos este próximo domingo con la festividad de la Virgen de la Soledad.

Es la primera vez que la imagen actual baja a la Parroquia. Al ser destruida y quemada la antigua iglesia de San Pedro en el guerra civil, con él desapareció el archivo parroquial de 1580 (los archivos parroquiales se iniciaron con el Concilio de Trento) Se perdieron cuatro siglos de historia. Nos gustaría saber mucho más de la vida y costumbres de nuestros antepasados. Con relación a la Virgen de la Soledad y su capilla, hay un librito, editado por la Asociación de Amigos de San Pedro en 1998, en que su autor, Janel Cuesta, ha recopilado unos cuantos datos importantes. Sería interesante ampliar la investigación. Se nos cuenta la historia de la capilla. Nos informa  que la imagen anterior, era obra del gran escultor gijonés Luis Fdz. de la Vega (como la mayoría de las imágenes de la parroquia). Fue también pasto de las llamas en esa contienda fratricida, sellada con una ejemplar reconciliación y que ahora algunos, que no la han vivido, ni parece que leído y estudiado, quieren resoplar. Las cerillas son más útiles para prender fuego que para iluminar.

La imagen actual es del  imaginero valenciano Antonio Ballester Vilaseca. Su traída a Gijón el 27 de septiembre de 1942 en  “la Saturnina” de Máximo Marino tiene una bonita historia que habla y recuerda el Gijón que vivía de la mar y de lo que significaba la devoción a la Virgen de la Soledad en la gente y el barrio marinero.

La imagen tiene en el rostro de María y en sus manos enervadas una conmovedora fuerza expresiva de los que es el dolor transido de esperanza, del sufrimiento que acabar en consuelo, de la angustia y aflicción vividas con fortaleza. En ella se han visto reflejadas y  a ella han acudido las madres y esposas de marineros y pecadores pidiendo auxilio y buscando esperanza.

Son muchas las personas que a lo largo de los días la visitan, la miran, le hablan desde el corazón, llevan flores, encienden una vela. Es “la capilla de las confidencias”, de los favores divinos, donde se recibe fuerza, temple, gracia para afrontar reveses y dificultades. Es un rincón de vida del corazón, espiritual, un puente a otra dimensión. Antes olía a pescado, ahora es lugar de intimidad y silencio, de lágrimas y gracias divinas. Hay historias personales emocionantes.

El día de su fiesta, son siempre muchos los que la visitan. Este año no será en su Capilla, sino en la iglesia parroquial. Ni se podrá celebrar esa procesión  tan típica con el canto de la Salve marinera. ¡Que La Soldad nos proteja! Otro año será posible. Y con las calles, ahora tortuosas y descalabradas, arregladas, y curiosas.

                                                   Javier Gómez Cuesta

Nota: este domingo la Misa será a las 11h. en el templo parroquial y allí se podrá venerar su imagen durante todo el día.