En un tramo corto de tiempo estamos viendo cómo se hunden o evaporan valores e ideales que han sostenido el pulso vital de la sociedad. Para nosotros el hecho más tangible es el de la transición española que nos hizo entrar en una convivencia de dialogo, entendimiento y cooperación por el bien común respetando las distintas formas de pensar. Ahora la palabra clave para describir lo que está pasando es la de “deconstrucción”, se está tirando abajo, ladrillo a ladrillo, lo que con tanta ilusión y mirando al futuro se había construido. Y el lamento es que “ante lo que está pasando, nadie se mueve”.
En la misma iglesia podemos estar padeciendo un fenómeno parecido. Los ideales y propósitos con los que comenzamos este Tercer Milenio, tan preparado por el papa S. Juan Pablo II, se nos van olvidando o nos faltan coraje, entusiasmo y confianza para luchar por ellos. Sería peligroso que se nos contagiara la apatía y la indiferencia, suplicando solo que ocurra un milagro. Es bueno recordar el refrán es pañol, esta lengua por algunos denostada: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Leyendo la historia, es fácil constatar que, en los tiempos oscuros y difíciles, surgieron personas que, movidas por el Espíritu, han sabido encontrar caminos de salida. Ahí tenemos ahora al papa Francisco.
Para esta situación, nos viene de perillas el evangelio del próximo domingo. Es el de los talentos. Muy conocido. El personaje central es el que recibió un talento y los enterró. Ya sabéis lo que le pasó. El Señor nos alerta para que no nos pase lo mismo.