Llamamos “buena persona”  a la que es sencilla, bondadosa, comprensiva,  de buen humor, de talante alegre que lo esboza en su rostro afable, solidaria, generosa, compasiva, con sentido de la justicia, que sufre con recia resignación los contratiempos, porque busca por encima de todo la paz y el entendimiento. Cuando nos referimos a ellas, solemos decir: “es una santa , un santo”” O si ya ha fallecido “era un santo”.

De estos es de los que habla el papa Francisco en una Exhortación Apostólica publicada el día de San José de hace dos años: “Gaudete et exultate” (alegraos y regocijaos). Nos invita en ella a la santidad, que nos puede parecen es estos tiempos algo  raro, inalcanzable, de carrozas o para anacoretas y personas de otro mundo. Dice que no. Que hoy hay santos, ¡que los tenemos en la puerta al lado! Es decir, que la santidad es accesible para “la clase media”. Y para ello solo “es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en la bienaventuranzas”. Es verdad, que en la cultura narcisista que vivimos es ir contracorriente de lo que se cotiza en la sociedad. Pero, así nos va. De estos “santos de la puerta de al lado”, de la clase la media a la que tú y yo pertenecemos, es la fiesta que celebramos el próximos domingo, la de Todos los ¡Santos. En el evangelio Jesús nos vuelve a recomendar esas bienaventuranzas. Y afirma que así, siendo santos, seremos felices, que es el camino del cielo. Entre ellos están muchas caras familiares y conocidas, que esperan tu oración y gesto de recuerdo y de amor.