Comenzó la Cuaresma. Para muchos es un tiempo anticuado y una práctica religiosa que ya no tiene vigencia. Queda solamente la gastronomía y los prostres característicos de este tiempo: las torrijas, los buñuelos, los frixuelos… Sin embargo, en este mundo secularizado, se siguen cultivando las actitudes cuaresmales fundamentales: el ayuno, lo sustituimos por un régimen más cuidado y estricto de comida. Ahora somos vegetarianos o veganos, que es la moda. La oración y la reflexión la ocupamos en leer algún libro recomendado y huir de tanta palabrería televisiva que nos marea. Y la limosna la reemplazamos por una contribución a alguna obra altruista.
Hemos abandonado las motivaciones que las originaron: el ayuno para solidarizarse con los que pasan hambre; la oración y reflexión para cultivar nuestra vida interior, sí espiritual, que merece más atención; y la limosna para ser caritativos y solidarios con los necesitados y excluidos. Estas motivaciones, además de cristianas, son muy humanas. El próximo domingo, 1º de Cuaresma, el evangelio nos cuenta el relato de las tentaciones de Jesús. Todos somos tentados. Pero también les cambiamos el nombre: ahora son reclamos, adiciones, incitaciones, deseos compulsivos… Si no las superamos nos malogran como personas. Por eso es mejor vivir según “toda Palabra que sale de la boca de Dios”. Es la invitación que te hace la Cuaresma.