La crisis de valores hace tiempo que se viene lamentando y denunciando. Se echa en falta una reacción reparadora y restauradora. Da la impresión de que nos vamos acostumbrando  a soportarla y hasta nos instalamos resignadamente en ella. Entra dentro de ese capítulo amplio cuando sentenciamos: “Es lo que hay” y nos cruzamos de brazos.

Afecta a la naturaleza misma, al planeta en el que vivimos, esta casa común que maltratamos y muy poco cuidamos. Los océanos llenos de plásticos y convertidos en basureros, los ríos y las fuentes contaminadas, los bosques asolados y quemados…

Afecta a  la sociedad, a las relaciones humanas,  a la convivencia, provocando la división, la agresividad, la violencia, el afán de poder y dominar, al engaño y la mentira, la exclusión y el abandono de los más empobrecidos…

El papa Francisco, hace cinco años, publicó la encíclica “Laudato sí” en defensa de la naturaleza y la Casa común

Mañana sábado, día 3,  en el lugar icónico de Asís, también con una frase de San Francisco,  firma y publica una nueva encíclica: “Hermanos todos”, que teniendo en cuenta la pandemia que sufrimos, dice que si no es así, viéndonos y tratándonos todos como hermanos, no nos salvamos.

Es el mensaje del evangelio del próximo domingo: Dios creador de la viña esperaba los mejores frutos de ella. Pero, además de cultivar los peores, le estamos expropiando. ¡Así nos va!