No son fáciles y transparentes ni cordiales las relaciones de la política y la fe. A lo más respetuosas y muchas veces tensas y discrepantes. Es lo que estamos viviendo ahora en España. Para muestra, ahí está el proyecto de ley sobre la eutanasia. La iglesia acaba de publicar un documento donde reflexiona sobre este tema tan importe porque está en juego el sentido de la vida y el valor único de la persona. Ni lo han leído parece al redactar la ley, que es escalofriante. Hasta la Comisión de bioética que asesora al gobierno la rechaza por unanimidad. Y muchos profesionales de la medicina y del derecho.

Otra de las cuestiones conflictivas es la enseñanza. No es posible sacar adelante una ley de consenso y que respete la libertad de enseñanza.  Por cierto, que ayer tarde, jueves, hubo  una cumbre “virtual”,  obligados a realizar así por la pandemia que no cesa, convocada por el papa Francisco para proponer “El pacto educativo global.  Es muy necesario unir los esfuerzos para formar personas maduras que sean capaces de reconstruir el tejido de las relaciones para lograr una humanidad fraterna. Es el sueño de este Papa: construir un mundo más humano y fraterno. Para eso hace falta una educación que tenga presente este objetivo.

El próximo domingo nos encontramos con una de las sentencias de Jesús más conocidas y utilizadas: “Dad al cesar lo que es del cesar y a Dios lo que es de Dios”. La moneda tenía la imagen del cesar. Las personas llevamos la imagen de Dios.  Por eso la fe es para defender la vida y la dignidad de las personas. No puede permitir que sean sacrificadas a  ningún poder.