Dura mucho tiempo la situación política de hostilidad, enfrentamiento
y desavenencias, creando un clima social inhóspito donde la ciudadanía
manifiesta ya un cierto hartazgo. Cada día aumentan los disensos y las
acusaciones, y el resquebrajamiento de las instituciones democráticas que
sostienen al Estado de derecho que van perdiendo confianza y
credibilidad. Aumenta ostensiblemente el alejamiento y el desentenderse
de las informaciones políticas como se comprueba el bajón de audiencia
de los telediarios. La política ha dejado de ser esa noble actividad por el
bien común por su obscena inclinación a la codicia, a la dominación, el
engaño mentiroso y la corrupción.
Es necesaria una reacción pronta y manifiesta de todos los ciudadanos. Se
echaba en falta también una palabra de la Iglesia porque están en juego
valores éticos y morales muy importantes y una más sana y digna
concepción de la persona. La Conferencia Episcopal acaba de publicar el
documento: “El dios fiel mantiene su alianza”. Con él pretende despertar
la necesidad de los consensos y el debate y dialogo sobre los problemas
actuales que afectan a la dignidad de la persona, el valor y respeto de la
familia y estimular la reivindicación social por el bien común, de todos. Es
una llamada a la “amistad social” de la habla el papa Francisco en la
“Fratelli tutti”. Hay que volver a revindicar el viejo eslogan de que “La
unión hace la fuerza”. La división y el enfrentamiento destruyen y
arruinan. Y lo pagan siempre los más necesitados.
El próximo domingo es la Jornada de La Palabra de Dios, para nosotros la
Palabra que ilumina la vida. San Mateo nos dice que con Jesús “El pueblo
que vive en tinieblas vio una gran luz”. Que inicia su misión haciéndonos
una llama a la conversión, al cambio de corazón, del odio y el rencor a la
bondad y el amor. Acaba contando que buscó colaboradores para
construir ese mundo distinto donde prime la humanidad y nos tratemos
con dignidad. Hoy esto es necesario y urgente.