Estoy disfrutando mucho de mi bici, claro, aquí la puedo usar por donde queiro e ir a todas partes del pueblo. Mis abuelos me pidieron que fuera prudente y no hiciese cosas peligrosas.
Mi hermano no sabe aun montar en bici y no tiene bici como yo, asi que también aprovecho a disfrutar de la bici cuando no quiero llevarlo.
Hay una cuesta abajo que es bastante pronunciada y que está sin asfaltar, bajar por ahi es lo que mis abuelos llamarían algo peligroso. Al principio no pense en bajarla pero luego pense que la sensacion de velocidad podría ser maravillosa.
Y las tres o cuantro primeras veces que baje no paso nada y la sensacion de velocidad fue estupenda. Pero luego, quizas por que me confie y fui a mas velocidad, quiza por que no vi una piedrecita, perdí el control y me caí. Me vi por los aires y me hice varias heridas.
Tengo que confesar que lloré un poco, primero de dolor y luego de vergüenza. ¿Qué me iban a decir mis abuelos? Tocaba levantarse, y llegar a casa, no me iba a quedar ahí.
Cuando llegue, mi abuela puso cara de susto, pero no me riñó, me dijo: -Venga vamos a lavarte esas heridas.
Cuando me estaba limpiando y curando las heridas, me preguntó si había bajado las cuesta a toda velocidad y yo le dije que sí. Pero no me riñó.
En estos momentos pense en Dios que nos da los mandamientos porque son buenos para nosotros y que cuando no los cumplimos nos espera y nos cura las heridas en la confesión.
Mi abuelo tampoco me riñó, resulta que él y el canijo habían estado arreglando y limpiando una bici vieja, pequeñita, que tenía el abuelo. Había quedado estupenda y estaba aprendiendo a montar en bici.
El abuelo me pidió suavemente que fuera más prudente y me preguntó dónde había sido mi accidente. Cuando se lo dije se fue para allá para quitar todas las piedras molestas del camino.
La verdad es que mis abuelos son estupendos.
También tengo ganas de que el canijo aprenda a montar en bici, pues después de un rato, montar en bici sola es bastánte aburrido.