Hoy hemos aprendido muchas cosas de Dios y hemos hecho algo muy bonito, pero para que lo podáis entender os voy a resumir lo que aprendimos.
Dios, a Adán y Eva, les prometió que nos enviaría un Salvador y luego renovó esa promesa con Noé y, a través de él, hizo con los hombres una alianza y la sello con el arco iris. Mi abuela nos ha dicho que cada vez que veamos un arco iris debemos acordarnos de que Dios cumplió su promesa.
Para que no se nos olvidase, se lo recordó a Abraham, a Isaac, a Jacob, a Moisés y luego fue enviando a jueces, profetas y reyes.
Antes de nacer Jesús algunos se habían olvidado de la promesa de Dios, pero los esenios se preparaban para la llegada del Salvador. De entre ellos Dios escogió a Joaquín y a Ana para que fueran los padres de María y, como Dios quería que fuera la madre de Jesús, la preservó del pecado original.
¿Sabéis? Dios le preguntó a la Virgen María en la anunciación si quería ser la madre de Jesús y ella, aunque sabía que eso además de alegría le iba a traer mucho sufrimiento, le dijo: “He aquí la esclava del señor hágase en mi según tu palabra”. Y, gracias a ella, llegó la salvación, o sea Jesús, al mundo.
Cuando hablamos de todo esto con mi abuelita, ella nos dijo que a cada uno de nosotros nos corresponde pensar como queremos responder a nuestra alianza con Dios esta semana y que pusiéramos un gesto concreto, porque cuando Dios hizo la alianza, no la hizo en general, sino que la hizo con cada uno de nosotros. Y ese gesto sería un símbolo de que nosotros aceptamos esa alianza. Y no vale cualquier cosa tiene que ser algo que nos cueste trabajo y esfuerzo.
Tomás dijo que, rezando todos los días, Fran dijo que ayudando en casa, Lucia que siendo buena con los demás, Ana que llevando cariño a las personas mayores y yo… Yo me quede callada y entonces mi abuela me pregunto qué porqué no decía nada.
-Abuela a mí me encantaría hacer todo eso pero no puedo, no soy buena con las promesas. Cuando mamá me regaña siempre le digo te prometo que no lo volveré a hacer y luego…
Entonces mi abuela dijo que cuando nos costaba mucho hacer algo siempre, siempre podemos pedirle ayuda a nuestra madre del cielo: la Virgen María.
¿Y cómo le pedimos ayuda a la Virgen?
Pues yo pienso que deberíamos consagrarnos a la virgen nos dijo mi abuela. En seguida le dijimos que sí y entonces fuimos a la iglesia y mi abuela nos llevó a donde esta la Virgen de Covadonga. Nuestra abuela nos entregó a cada uno una estampa con la consagración a la virgen y todos juntos la hicimos.
O Señora mía. O madre mía,
yo me ofrezco todo a ti
y en prueba de mi filial afecto
te consagro en este día
Mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón.
En una palabra, todo mi ser
ya que soy toda tuya o madre de bondad
guárdame, defiéndeme y utilízame
como instrumento y posesión tuya
Amén.
Después de rezar la consagración ya me sentí con fuerzas para ofrecerle al Señor mi símbolo de mi alianza y se lo dije a mi abuela.
Entonces nos fuimos al sagrario y uno a uno hicimos la genuflexión y después le ofrecimos al señor nuestro símbolo de alianza.
Al llegar mi turno yo le dije: Señor como símbolo de alianza yo te ofrezco no mentir.
No os lo vais a creer, pero cuando salimos de la iglesia ya no llovía y pudimos ver un bonito arcoíris.
Lo difícil fue luego al llegar a casa, porque mi mamá pregunto que quien había empezado las galletas y las había dejado medio tiradas por ahí… y claro en ese momento tuve que bajar la vista y confesar que había sido yo y pedirle perdón a mi mamá.
Tuve que ayudarla a limpiar todas las migas y demás, pero cuando lo hacía sentí que la Virgen María me había ayudado y que a Dios le había gustado mi símbolo de alianza.