Hola, ¿que tal estáis?
Yo ya más contenta, me ha gustado el salir un poquito de casa y poder pasear, unos días con mamá y otros con papá.
Me gustan estas salidas por que aprovecho para hablar de muchas cosas. Ayer estaba un poco preocupada porque tenía que enviaros lo que escribí cuando vimos el septimo, el octavo y el décimo mandamientos y resulta que… ¡no había escrito nada! No es porque no fuese al cate, es que esa semana se me debió de olvidar.
-Mamá -le dije-, es un poco dificil escribir ahora sobre cuando iba al cate, porque ya ha pasado tiempo y no me acuerdo mucho.
-¿No te acuerdas del 7º, 8º y 10º? -Me dijo mamá.
-¡No es eso! Es que no me acuerdo de lo que hicimos los peregrinos aquel día -le dije a máma.
-Bueno -me dijo ella-, a lo mejor es momento de ver que recuerdas de esos nandamientos ahora ¿no?
-A ver, el septimo es no robar: no se quitan cosas de los demás, si encontramos algo no nos lo podemos quedar sin más, hay que tratar de ver de quién es… Y no se cogen las cosas sin permiso.
-Muy bien, ¿y el 8º?
-Ese es el de no mentir. A mí me costó un poquito dejar de mentir, pero me di cuenta de que cuando me mentian a mí no me gustaba nada y que, cuando yo le mentía a alguien, una de dos: o lo descubrían y se ponían tristes, o era muy difícil mantener la mentira. Me acuerdo que la abuela dijo que las mentiras eran como una bola de nieve lanzadas por una pendiente, que empiezan siendo pequeñas y, luego, crecen y se hacen tan grandes que pueden destruir muuchas cosas. Tampoco podemos decir cosas falsas para quedar bien, vale más o no decir nada que mentir, o encontrar algo bonito que sea verdad.
-Veo que lo has aprendido muy bien Clara.
-El décimo lo entiendo pero me cuesta mucho. Es el de no codiciar los bienes ajenos. Que digo yo que podían haber puesto “no tener envidia de las cosas de los demás”. Porque, a ver, todas las niñas de mi clase tienen una tablet y, como tú no me dejas, yo no puedo tener una.
-A ver Clara, tener más cosas no te va a hacer más feliz. Lo importante no es tener cosas o tener más que los demas. Déjame que te lo explique con algo que me pasó de pequeña:
“Por el verano ibamos al pueblo y, allí, los niños de la misma edad jugábamos todos juntos. Había unos niños que tenían de todo y otros no tenían tantas cosas. Yo me llevaba muy bien con una niña que tenía muchos hermanos, pero que tenía pocos juguetes y, sin embargo, era muy feliz.
Resultó que me ragalaron una cometa. A mí me gustaba mucho y fui a enseñarsela a los otros niños. A mi amiga le gustó mucho, pero uno de los niños, de esos que tenían de todo, me dijo: -¡Bah! esa cometa es una birria, no tiene doble mando, ni las varillas son de fibra de carbono, seguro que mis padres me compran una mejor.
Entonces mi amiga dijo: -¡Venga! ¡No hagas caso! Vamos a jugar con tú cometa que es estupenda. El que quiera que venga con nosotras.
Montamos la cometa y, tras varios intentos fallidos, subió un montón. Poco a poco, los niños se fueron uniendo y nos lo pasamos bien todos juntos. Esa amiga me enseñó que lo importante no es tener cosas, sino amigos con los que disfrutarlas. Aprendí a no tener envidia de los demás y a alegrarme con ellos cuando tienen una alegría.”
La verdad es que mamá tiene razón y tengo unas ganas muy grandes de volver a jugar con mis amigos.
¿Y vosotros?
No olvideis que empezamos el mes de mayo que es el mes de la Virgen. Me dicen los catequistas que quieren que les mandéis muchas flores a la Virgen ¿Cómo? Pues enviando dibujos, canciones, poesias, videos lo que se os ocurra…
¡¡Nos vemos!!